jueves, 10 de junio de 2010

EDITORIAL DE HORIZONTE SUR A LA INTEMPERIE 8 DE JUNIO DE 2010


Durante casi diez años señalamos de modo reiterado desde el GRR, cómo se iba instalando gradualmente en la Argentina, el modelo de la soja dependencia; a la vez que, denunciamos la mentira de las cadenas agroalimentarias y de cómo encubrían el modelo de los Agronegocios que, a poco andar, convertiría el arraigo y la agricultura en agro Business y los alimentos argentinos en comida chatarra... Develamos, asimismo, los terribles peligros de la Biotecnología y el avance de las empresas sobre el pensamiento científico y sobre las instituciones académicas, mucho antes que se hiciera público que las grandes Corporaciones subsidiaban a las Universidades argentinas de manera oficial.


Fuimos no obstante, sistemáticamente ignorados, cuando no desestimados como enemigos de la modernidad y del progreso, se nos acusó de pretender retrotraer la Argentina a producciones primarias, de estar en contra de las tecnologías, de oponernos al crecimiento y de favorecer los intereses de Europa, a cuyos consumidores y según mandatos revelados de que parecían disponer, muchos funcionarios en los años noventa, debíamos obligar en nombre de una insólita idea de progreso, a la ingesta de transgénicos. Aún en medio de la fiesta inocua de piquete y cacerola, se continuaba pretendiendo ignorar con tenacidad y aún luego del estallido del 2001, que el desempleo masivo de los argentinos y la constante llegada de nuevos contingentes de migrantes internos a las extensas periferias urbanas, estaba originada en el cambio de patrón de la agricultura y en el despoblamiento causado por el extendido y creciente modelo biotecnológico.


Rescato ahora una interesante y representativa nota de Laura Vales en Página doce del 29 de enero del 2002 sobre el clima de época de esos tiempos…Dice ella: “¡Piquete y cacerola, la lucha es una sola!” El grito salió de un costado de la Pirámide de Mayo, avanzó con algún titubeo y finalmente creció hasta hacerse único de un lado a otro de la plaza. Se escuchó ayer, a las cinco de la tarde, cuando la larga marcha de los desocupados de La Matanza llegaba a su fin frente a la Casa Rosada, más fuerte que en su inicio, engrosada por decenas de asambleas barriales y por vecinos que dejaron su balcón para acompañar a los desocupados. La gran apuesta de los piqueteros había sido obtener el respaldo de los sectores medios y protestar sin ningún tipo de incidentes. Consiguieron las dos cosas.


Antes de que la movilización terminara, Luis D’Elía y Juan Carlos Alderete se subieron a un palco improvisado en el acoplado de un camión y resumieron el espíritu del día: “Las asambleas de la Capital Federal y los desocupados tenemos un enemigo en común. Los banqueros que les robaron a ustedes sus ahorros son los mismos que nos dejaron a nosotros sin trabajo. Luchamos para que este modelo de acumulación obsceno se termine”. Fue el punto máximo de una marcha de 17 horas que atravesó toda La Matanza, entró a la Capital Federal y avanzó hasta la Plaza de Mayo hasta cubrir cuarenta kilómetros a pie. No fue fácil: a D’Elía le bajó la presión y casi lo internan, a Alderete le subió y hubo que sentarlo en un auto hasta que pasara el susto.


Muchos otros, menos conocidos, soportaron una tarde infernal que derretía el asfalto. Con todo, el día terminó en festejo. El reclamo que los piqueteros llevaron a la Plaza de Mayo consiste en tres puntos: que se cumpla con el millón de puestos de trabajo prometidos por Adolfo Rodríguez Saá (y ratificado luego por Eduardo Duhalde), que el poder político respete a las organizaciones de desocupados y que se libere a los presos sociales. A eso, el camino le agregó otro punto: la renuncia de la Corte Suprema de Justicia. El presidente los recibirá mañana a las nueve y seguramente escuchará largos reclamos.


Ocurre que las dos grandes organizaciones que se movilizaron (la Federación de Tierra y Vivienda de la CTA y los desocupados de la Corriente Clasista y Combativa) plantean que el peronismo en el poder ha tomado la decisión política de debilitar a los desocupados que han conseguido organizarse de manera autónoma a los dos grandes partidos. D’Elía y Alderete están convencidos de que el gobierno busca hacer política social a través de las redes de punteros del PJ y la UCR; la movilización de ayer buscó, entre otras cosas, llamar la atención sobre este tema.


En la marcha hubo dirigentes sindicales, sociales y políticos: el secretario general de la CTA Víctor De Gennaro, la titular de Ctera Marta Maffei y el de Suteba Hugo Yasky, los dirigentes de ATE Juan González y Pablo Michelli, el coordinador de la CCC Amancay Ardura, los diputados Ariel Basteiro, Marcela Bordenave, Eduardo Macaluse, Alicia Castro y Alfredo Villalba, entre otros. Pero el centro de la atención no fueron las caras conocidas sino las autoconvocadas. Y de esas hubo muchas. Las asambleas de la Capital apoyaron la marcha a lo largo de todo su recorrido, saludando (golpeando cacerolas) sobre los bordes de la avenida Rivadavia, desde la General Paz hasta el bajo.


Lo de Liniers, en el arranque, recibieron a los piqueteros con un megadesayuno de pan y mate cocido. “Para nosotros, vecinos y comerciantes, es un honor poder unir piqueteros y desocupados con caceroleros, pesificados o no, los que están en el corralito y los que quedaron fuera, para marchar juntos a construir una nueva Argentina”, dijo Eduardo Lusky, titular del Centro de Comerciantes de Liniers y vecino autoconvocados”.


Si revisamos los diarios de esos días del 2002 nos encontraremos asimismo, con numerosos artículos laudatorios de intelectuales que, como Horacio Gonzáles, Martín Granovsky, Fortunato Malimaci, Rosendo Fraga y otros, aprobaban y festejaban esta supuesta unidad de sectores medios y pauperizados en un proyecto que les era común.


Hoy, todos ellos al igual que los dirigentes que participaron en aquella concentración de la Plaza de Mayo y que se mencionan en el artículo de Laura Vales, se encuentran ocupando importantes puestos de gobierno, embajadas, son directivos de bancos oficiales o disponen de puestos de poder significativos. Todos ellos, sin excepción, tanto con sus silencios como con sus manifestaciones explicitas, respaldan el modelo impuesto agroexportador basado en la producción de harinas y aceites de soja, así como ahora de Biocombustibles… Eso sí, al viejo modelo de sojización salvaje impuesto por el menemismo en los años noventa, le han incorporado el barniz de los discursos progresistas, en que se ataca a la oligarquía en la persona del multimedios Clarín o de la Mesa de Enlace del llamado campo, y la vaselina de nuevos y masivos planes asistenciales que, junto con pensiones, distribución de raciones y subsidios encubiertos de diferentes tipos, contienen y controlan socialmente a la mayoría de la población real de la Argentina.


Yo creo que aún rebuscando en los mayores estercoleros de la historia humana, en que las traiciones y defecciones de las élites dirigenciales son frecuentes, nos resultará difícil hallar situaciones semejantes a las vividas contemporáneamente en la Argentina, en que es evidente cómo enormes porciones de una generación que en un momento dado desbordó con sus exigencias de izquierda tremendista toda posibilidad de tránsitos pacíficos hacia situaciones de mayor justicia social, se reconvirtió a lo largo de no muchos años, en gerenciadora y propagandizadora de una presunta modernidad basada en el extractivismo de los recursos naturales y en la agro exportación de comodities transgénicas para los nuevos mercados globales.


Es evidente que un modelo tan injusto e irracional como el de la explotación y exportación petrolera, de la sojización y de la mega minería, no podía conducirlo la derecha, simplemente porque el país les hubiese estallado entre las manos. Las Corporaciones transnacionales necesitaban a la izquierda y a los post o pseudoperonistas que, traicionando todas las banderas y profanando todas las herencias, se han prestado a gerenciar con sus cuadros militantes, sus discursos y sus banderas, una Argentina brutalmente neocolonizada por las empresas transnacionales, que como mero y sustituto proyecto nacional, se propone nuevos record de cosechas a la vez que de asistencialismo de los sectores excluídos.


Mucho se habla de los medios y de los periodistas en estos días aciagos. Fijémonos, apropósito de ello, cuáles son los temas que absorben a la prensa y podremos tomar conciencia de las profundas complicidades que alimentan la enajenación de una sociedad como la nuestra. Los temas centrales continúan siendo el futbol, en que los barras bravas con prontuario internacional viajan ahora en las delegaciones oficiales, el aborto y el matrimonio gay por el que se desgarran las vestiduras los exponentes hipócritas del progresismo, y por último, ahora también, un Martínez de Hoz de 84 años, del que se discute su derecho a la prisión domiciliaria, objetada por la tenencia legal de un pequeño arsenal de caza mayor en su departamento del Edificio Kavanagh, frente a la Plaza San Martín.


El problema con Martínez de Hoz no es su edad sino el que no se muriera cuando debía haberse muerto, y que, por no hacerlo se convierta en un engorro viviente que compromete a muchos.


Hoy la Argentina que él diseñó sobre la base de una dictadura militar de ferocidad inaudita, de la desindustrialización masiva y en especial de la desaparición de treinta mil seres humanos, es una realidad brutal que nadie en el gobierno actual se propone modificar en absoluto, tampoco saben las nuevas generaciones sin mayor memoria quién es exactamente ese viejo acerca del cuál se arma tal escándalo, ni nadie recuerda por qué razón tiene esas armas largas con las que no hace demasiado posaba fotográficamente, en sus safaris a Sudáfrica. Hoy los empresarios y sojeros argentinos invierten en esas mismas tierras donde él cazaba leones con el Ministro del interior Harguindeguy, mientras algunos padecíamos las cárceles de la dictadura.


Aún más todavía, en esas mismas tierras, y según tiene a bien informarnos Jorge Avila en el diario La Nación de mediados del mes de febrero de este año: Una legión de empresarios, productores e ingenieros agrónomos explota grandes campos en Sudáfrica, y se extiende a países de África central como Mozambique, Zambia, Swazilandia y Zimbabwe. La razón fundamental de la mudanza es siempre la misma: la carga impositiva es baja; no hay retenciones; tampoco hay impuestos a la tierra, tasa vial, impuesto al cheque o al patrimonio.


Demás está agregar que los productores rurales argentinos han introducido en Sudáfrica la siembra directa, cultivan casi todo (soja, maíz, trigo), invierten en agroalimentos y bíocombustibles y evalúan proyectos de molienda de soja, molinos de maíz y producción de pollos, entre otros… Sí, parece que la Argentina republiqueta sojera se desborda hacia otros horizontes y lo hace por varias razones, porque está agotando las tierras agrícolas donde extender la sojización, porque extenúa su recurso suelo y porque a pesar de los esfuerzos del progresismo post peronista, este país de profundidades socialmente volcánicas, continúa siendo una incógnita y no dando garantías de previsibilidad...


Por ahora y mientras aguardamos el próximo estallido, pensemos que la fiesta del futbol no solo reunirá en aquellas tierras que fueran del apartheid, a jugadores con simpatizantes y barras bravas de pesados prontuarios, sino también a traficantes de armas y otras mercaderías, algunos emigrados del terrorismo de Estado, muchos sojeros y empresarios argentinos de los agronegocios transterrados y unos cuantos ex revolucionarios vernáculos que al igual que en estas tierras rioplatenses, aprendieron rápidamente a disfrutar de las mieles del poder a la vez que de los favores de las empresas de Biotecnología.


Jorge Eduardo Rulli

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